Empezó como una forma de intentar sacar fotografías de uno de esos eventos vistosos que tenemos en Cáceres. Hay quien no lo entenderá, pero lo que más me atrae fotográficamente es lo que rodea al acto: los que van en la procesión y los que la observan, sus gestos, sus expresiones… Lo irrepetible. Los pasos se pueden fotografiar cualquier año.
Hice la primera procesión el Sábado de Pasión y quedaron algunas fotografías interesantes. Me encontré a mi mismo preguntándome si podría hacer las 23. Fue una decisión inconsciente, no había medido el esfuerzo que iba a suponer.
Los últimos tres días iba casi sin ganas, no tanto por el esfuerzo físico (que también) sino porque llegaba convencido de que después de 15 procesiones no podría sacar algo “distinto”, algo que me volviera a resultar atractivo. Pero en prácticamente todas había un gesto o un momento que me terminaba dando esa foto por la que merecía la pena haber estado.
El punto de inflexión, seguir o rendirme, estuvo en la noche del Viernes Santo en la que salían dos procesiones de madrugada, a las 00:30 y a las 05:00.
La primera es, si tengo que elegir, la que más satisfacciones me ha dado a nivel fotográfico: la de la Hermandad Universitaria de Jesús Condenado. Por la estética, por los lugares por donde pasa, por las facilidades que me pusieron a la hora de hacer esas fotografías a las que no se suele tener acceso…
Por supuesto la del Cristo Negro, el Miércoles Santo, es siempre sobrecogedora, pero otros años ya he podido captar lo que para mi es la esencia de esta procesión, esa sensación oscura, solemne y silenciosa de procesión medieval. Además, gracias a la generosidad del compañero Lorenzo Cordero, tengo fotografías de otro año desde el Arco de la Estrella. Este año busqué durante horas, sin éxito, algún balcón o terraza con una perspectiva distinta, pero ya estaban ocupados o no recibían de buen agrado la petición de colaboración.
Este trabajo ha sido posible por lo bien acogido que he sido desde dentro. Hay gente que entiende lo que intentas hacer y que en la medida de lo posible te facilita la tarea. Es prácticamente imposible en estas situaciones hacer fotografías que transmitan cercanía y sentimiento sin estar en medio de todo y, para eso, es necesaria complicidad. No molestar a los que procesionan ni a los asistentes es un equilibrio complicado. Son horas en cuclillas y andar con mil ojos para no tropezar con los hermanos al escabullirse entre ellos.
Hemos intentado que se vea la Semana Santa de Cáceres fuera de España a través de una agencia, pero todavía no sabemos como ha resultado la cosa. Habrá que esperar…